13/10/09

El fin del psicoánalisis

Recientemente se realizó un acto de la Plataforma Psicoanálisis Siglo XXI en la Casa del Mar en el que se impulso una manifiesto titulado: "A favor de la subjetividad". Con este manifiesto, un grupo de psiquiatras adscritos al psicoanálisis, intentan reclamar un espacio de trabajo en los hospitales y servicios asistenciales adscritos a la seguridad social. Según los impulsores de dicho manifiesto, su objetivo sería recuperar espacios (de poder) perdidos para que la gente pudiese hablar de su malestar y, de como lo viven. Claro esta, todo esto a cargo del estado, pues en sus consultas privadas, los psicoanalistas van a la baja (con tratamientos demasiado costosos y largos, que no redundan en beneficios directos para los pacientes).
Así pues, el psicoanálisis está llegando a su fin. Una teoría que permitió que se abriese la puerta a la investigación científica del cerebro humano, ahora ya plantea serias dudas sobre su científidad.Es más, los recientes avances en neuro-biología y as técnicas de neuro-imagen, están desvelando múltiples errores interpretativos de algunos posicionamientos psicoanalíticos.
Ya es hora de que aparezca alguna obra que constate el cambio de ciclo (a modo de lo que significó para los mitos, la publicación de "La Rama Dorada", de James Freazer), y certifique la defunción de un paradigma teórico centrado en las continuas elaboraciones y reelaboraciones que, de los hechos pasados, hacían los pacientes, a fin de encontrar, entre tanta maraña interpretativa un nudo borromeo al que asirse como "clavo ardiente".
Es un hecho constatado que, ni los propios psicoanalistas de una misma línea teórica (lacaniana, kleiniana, etc.) eran capaces de ponerse de acuerdo en la interpretación de las sesiones clínicas de un mismo paciente. Más bien, siempre se han asemejado más a paracientíficos, esperando cada uno de ellos para echarle su tirada de cartas esotéricas (pues cada tirada siempre sale diferente), al paciente incauto que vaya a parar a algunas de sus consultas privadas (y quieren seguir haciéndolo a costa de la administración, de los contribuyentes al erario público).
Lo que no es asumible es que, sigan con los mismos planteamientos teóricos de principio de siglo, y no se planteen más una burda jugada de trileros intelectuales que, de forma más o menos original, menean sus conceptos teóricos de un lado a otro para hacerlos parecer diferentes al final.
Ya es hora de asumir que, la hora del psicoanálisis llegó a su fin.

8 comentarios:

  1. Siempre han sido una secta. Sus explicaciones eran de lo más rebuscadas y oscuras posibles. Nunca se equivocaban y, sus razones, eran siempre las mejores (aunque muy particulares) e irrepetibles. Ya es hora de que pasen a un segundo, o tercer plano, y se adapten a su nueva condición el recuerdo de lo que un día llegaron a ser.

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  2. Por tu comentario, Néstor, creo que se me ha podido mal interpretar. La intención de esta noticia era la de promover una reflexión crítica sobre las bases de fundamentación teórica actuales, de aquellos profesionales que utilizan el paradigma psicoanalítico. No se pueden seguir utilizando planteamientos de principio de siglo y permanecer ajenos o impermeables a todos los descubrimientos y avances actuales (neuro-biológicos, etc.). Tiene que poder darse, un lugar de encuentro a partir del cual avanzar, desde postulados meta, en post de nuevos paradigmas teóricos.
    Es más. De conseguir interesar a personas con planteamientos tan distantes como el tuyo, podría llegarse a dar la paradoja de, establecer puntos de encuentro desde los que poder reflexionar críticamente.
    No obstante, Néstor, te agradezco tu participación.

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  3. Antes de sentenciar definitivamente el psicoanálisis, deberíamos plantearnos algunas cuestiones. Si bien es cierto que no podemos asignarle al psicoanálisis un status de conocimiento científico, tampoco lo haríamos con aquellas disciplinas que estudian el comportamiento humano (sociología, antropología, etc.), y sin embargo no nos atreveríamos a afirmar su defunción tan rápidamente.
    En segundo lugar, considero que tendrán que pasar muchos años para que el paradigma psicoanalítico deje de tener vigencia. La definición del inconsciente que aporta S. Freud, con los matices que queramos hacerle, es el marco teórico que nos permite investigar a lo largo del siglo XX en las razones del comportamiento humano. Es más, "el inconsciente" se ha incorporado a nuestro lenguaje dando cuenta de cuánto a calado en nuestra forma de percibir la psique humana. Cuántas veces hemos dado por muerto a K. Marx, y sin embargo puedo leer cada día en los periódicos conceptos como "clases medias". Un paradigma es algo que se construye mediante el lenguaje colectivo y que los desajustes de aquello empírico no logran derribar en cuatro días.
    Son evidentes, por otro lado, los avances científicos en el estudio de la mente humana. El propio Freud se mostraba convencido de que algún día, desde el campo de la biología o la química, se proveería de respuestas a algunos planteamientos del psicoanálisis. Por otro lado, las técnicas de neuro-imagen, siguen siendo opacas en ciertos aspectos (p.e. ¿Cómo se relacionan determinados patrones de actividad cerebral con las manifestaciones en la conducta?). En cambio, las aportaciones que las neurociencias a los distintos sistemas de memoria deberían reescribir los métodos psicoanalíticos, así como toda psicoterapia. Puede que haya llegado el momento de redefinir la aportación psicoanalítica a partir de las nuevas investigaciones neurocientíficas. Ante todo, creo que sería inteligente evitar las posiciones reduccionistas o las estériles guerras intelectuales entre diferentes campos del conocimiento (a las cuales, a pesar de mi más grande admiración, adscribo este artículo).
    Por último, no quiero dejar de advertir del peligro de perder la confianza en la palabra en estos tipos de terapia. Si afrontamos los retos de la mente en términos de rentabilidad ("tratamientos demasiado costosos y largos, que no redundan en beneficios directos"), conseguimos dar por buenos los parches químicos que anulan, no solo los síntomas de la patología, sino las capacidades de desarrollo de la persona en un futuro, y engrosando de paso los "beneficios directos" de las compañías farmacéuticas que se aprovechan de este exceso de medicación.

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  4. Antes que nada, saludarlo de nuevo sr. Roc, y en relación con el artículo y su comentario al mismo, quisiera puntualizar ciertos aspectos.
    En primer lugar, mi artículo es una crítica velada al inmovilismo intelectual de quienes ostentan una plaza de funcionario en el servicio asistencial de la Seguridad Social. Éstos, plantean un imposible cuando reclaman un espacio terapéutico destinado a la palabra. Dicho espacio, en la Seguridad Social es inviable (a día de hoy), ya que las visitas, al carecer de un criterio apremiante o urgente, pasarían a realizarse con espacios de tiempo, entre una y otra, que rondarían los 2 o 3 meses. Esta realidad hace, pues, inconcebible el trabajo psicoanalítico, aunque no se renuncie a su capacidad interpretativa de los pocos datos obtenidos por sesión.
    En cuanto a la comparativa que vd. propone entre sociología, antropología y psicoanálisis, debo decirle que está planteando la ecuación equivocada, pues el objeto de estudio del psicoanálisis, no son las agrupaciones humanas (pequeñas, medianas, grandes o macro), sino el individuo. En consecuencia, una comparativa adecuada sería: la psicología conductista, la psicología cognotivista, la psiquiatría, …etc. Como ve, el campo profesional es bien diferente al por usted planteado.
    Tan sólo un apunte más en relación a este apartado. La sociología y la antropología, disponen de métodos e instrumentos científicos muy elaborados para realizar sus mediciones y plantear hipótesis de trabajo refutables, o no, en base a métodos de investigación contrastados a nivel empírico y, por tanto, habilitados para el uso en planteamientos hipotético-deductivos.
    Por lo que respecta a la hipótesis de trabajo, planteada por Freud, es necesario decir que su propuesta fundacional, necesitó de una estructura móvil, que le hizo resquebrajarse en infinidad de ocasiones pues, tan sólo tenía a los mitos griegos como armazón estructural, y referente teórico práctico para sus acólitos buscadores de nudos represivos ausentes en nuestras consciencias.
    Lo que quiero decir es que, a día de hoy, en el caso de los lapsus es más fiable y, a la vez, sencillo, seguir la vía de comunicación que lleva a nuestros recuerdos e identificar dónde están los fallos de sistema gracias a la neuroimagen, en lugar de buscar palabras asociadas a significados velados en función de recuerdos deformados por la persona.
    En todo caso, no puedo negar el valor intrínseco de la metareflexión psicoanalítica a la hora de valorar los resultados obtenidos por distintas vías.

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  5. Yo no se si se puede hacer psicoanálisis en la Seguridad Social,pero por lo general, la gente quiere que les solucionen los problemas de forma rápida para, después, seguir con sus vidas otra vez.

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  6. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice en el artículo. Los psicoanalistas son todos una especie en extinción y de la que solamente quedarán los adaptados al cambio de paradigma. Aquí, apuntaría que a mi me parecen unos vividores.

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  7. Por lo que respecta a tu última aportación Néstor, puedo decirte que la comparto bajo el criterio de la practicidad, es decir, la utilidad pública de la Seguridad Social no debería de ser una "madre substituta" para todo (la gran A lacaniana), pues hay un momento y un lugar para cada cosa.

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  8. Tony, no se trataría de desacreditar a los psicoanalístas, como profesionales, sino de animarlos e incentivarlos para generar en ellos una mecesidad de cambio adaptativo. La metareflexión psicoanalítica es un precioso tesoro que necesita de unos cuidados específicos que la hagan crecer, adaptarse e integrarse, en una sociedad fluctuante, maleable y, en continuo cambio adaptativo.

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