En el caso de las nuevas generaciones de niños cibernéticos, la cuestión no es baladí pues supondrá un ajuste neuro-perceptivo distinto al empleado por sus progenitores con la consecuente ruptura, generacional, con los vínculos perceptivos y de relación, comunes, que los unen y, quizás podámos vislumbrar las "mentiras" que nos atan a nuestras propias repeticiones desde un angulo diferente, o una distancia medida en proporción directa con nuestras incomplitudes perceptivas.
Quizás, un sencillo retorno a la ingenuidad infantil y el afán por descubir el mundo en su totalidad, nos permitiría disfrutar de la simplicidad práctica de las cosas, es decir, el proyectar menos deseos, alegrías y frustraciones, y estar siempre abiertos al saber, a la vida, nos llevaría a desgustar porciones de realidad práctica con sabor a novedad, y un cierto regusto de esperanza en aquello que está por venir.
