26/3/11

Educación de Jóvenes (... madres y padres): la madre tigre.

La educación es un término ambiguo. Qué educar, cuándo hacerlo, con qué sentido o finalidad y, cómo hacerlo. Preguntas y más preguntas, dudas y más dudas. En los tiempos que corren, no tendría sentido que el niño o la niña aprendiesen algo de economía ..., de rebeldía, o abonarlo a una búsqueda onanística de la felicidad.


En este caso, prefiero transcribir (por completo), el artículo publicado en el suplemento (es) de hoy sábado, con el que se acompaña al diario La Vanguardia, de un escritor al que respeto: Luis Racionero.

LA MADRE TIGRE
El doctor Benjamin Spock convenció a varias generaciones de americanos para educar a sus hijos bajo férulas de azúcar candida: no había que castigar a los niños, ni reñirlos, ni exigirles nada para que no acumularan traumas infantiles que les pudieran amargar la vida. Lo que este pediatra dejó más suelto en su teoría pedagógica fueron las posibles consecuencias de la educación permisiva. Por desgracia yo no gocé de los efectos de Spock en España, pues pasé por el rodillo autoritario del antiguo régimen.
Ahora bien, nuestros hijos sí han sido educados en la gentileza de Spock: ni un cachete, ni una orden, volver a casa a la hora que les da la gana y, "abominación de la desolación", llevarse a las chicas -o chicos- a su cuarto cuando les da la gana. Mi vecina (...) lo resumió con el buen juicio de la gente de campo: "Mis hijos no me obedecen y mi padre me da órdenes".




Ahora se publica en Estados Unidos el libro "Battle hymn of the tiger mother", donde la hija de inmigrantes chinos nacida en Chicago, Amy Chua, licenciada en Económicas por Harvard, escribe cosas como: "Cuando un niño no da la talla hay que criticarlo, castigarlo y humillarlo". ¡Horror y anatema! ¿Cómo se puede contrariar de este modo a Benjamin Spock? Pues siendo china y licenciada en Harvard.
Amy Chua afirma que los padres occidentales son demasiado blandos y condescendientes con sus hijos, formando así una generación de perdedores, loosers, que contribuirá a la decadencia de Estados Unidos. Las madres chinas aplican a sus hijos una estricta disciplina con castigo, humillación e insulto. Chua, que es profesora en Yale -o sea, una lumbrera-, no ha permitido nunca que sus dos hijas queden con amigos después del colegio, ni que vean televisión o jueguen con el ordenador, y ha decidido sus actividades extraescolares obligándolas a tocar violín o piano. El sadismo de esta madre llega hasta tal punto que, cuando su hija Lulu trajo un "B" en matemáticas la tuvo en vela toda la noche resolviendo dos mil problemas.




El New York Post salió en su defensa: "América necesita a la madre tigre", The New York Times la acusa de estar mofándose de los padres occidentales y de "explotar el miedo al declive nacional que existe en Estados Unidos".
A todo esto uno piensa que si hay dos hijas debe existir un padre que, al parecer, no pinta nada ni dice ni pío. En eso las chinas no deben ser tan diferentes a las occidentales que, cuando nace el neng o la nena, envían al marido al banquillo o a hacer calentamientos y se ocupan ellas de la estrategia y táctica de la educación infantil.
La respuesta surge casi antes que la pregunta: la solución está en el justo medio, como sugirieron hace tanto tiempo los moralistas griegos. "De res, masa" o nada en exceso. Lo que pasa es que en Estados Unidos o en Europa estomos en el otro exceso: el de laxitud. Educar es poner límites: enseñar que el fuego quema y que ciertos comportamientos deben parar al llegar a cierto nivel para no quemar moral o psicológicamente a los niños.
La razón por la cual hay que parar al llegar a cierto límite es la ley de la dialéctica, conocida en China por el ying y el yang: cuando una fuerza o proceso se lleva o mantiene más allá de cierto límite, se convierte en su contrario.


Si sostenemos una barra de hielo mucho rato acabará quemando en la mano. Si toleramos demasiadas cosas a los niños acabarán convirtiéndose en déspotas y no en tolerantes.
Freud dejó muy claro que el precio de la civilización es la represión de los instintos para poder vivir en sociedad. Pero hay uno, el maternal, que no sólo se tolera sino que incluso se nerera en los altares. Parece que en el siglo XXI va siendo hora de que las madres controlen su indiscriminado y arbitrario instinto maternal para hacerlo justo y moral, no anteponiendo las barrabasadas del neng al bienestar público.
Si el desaforado instinto maternal ha existido siempre, ahora se ha corregido y aumentado, al desaparecer el padre en los hogares de mmadres solteras o separadas. Entonces triunfa la consolidación de ese Edipo excelso:

la mamá enamorada del hijo o de la hija, una pareja terrible a la que más vale no se acerque ningún hombre porque el titular indiscutible, el crack absoluto, es el neng o nena, claro, y los demás están para distraerle, servirle y adorarle, empezando por su mamá, inmolada cual viuda hindú en la pira ardiente de las gracias de su hijo.
Esta caricatura de la excesiva permisividad de las madres occidentales actuales me sirve como polo opuesto, límite del arco de posibilidades que toma el modo en que los padres, o sea, las madres, pueden educar a sus hijos. Creo que el modo en que me educaron a mí ya no es posible, ni siquiera creo que fuera el más adecuado, pero sobre todo me parece necesario hallar un término medio entre la madre tigre china y la madre cordero degollado que corre por aquí.
En todo caso, la polémica está servida, y parece ser que un amplio elenco de posicionamientos teóricos se están ubicando en el terreno de juego.
En este sentido, hay que entender el debate educativo (...), que plantea la Consellera d'Ensenyament Irene Rigau, sobre cual es el tipo de vestimenta más adecuado para los alumnos en las escuelas. Llevar, o no, uniforme, no deja de ser un límite simbólico a la deserción individual de lo social y, a la vez, un taxón comunitario, de agradecimiento mediatizado (por "objetos vigotskianos" de valor de uso grupal), derivado de un sentimiento de pertinencia al grupo como factor protector (...) y/o de supervivencia (en algunos casos, mediática como el "BarçaBieber" de la foto).


En todo caso, un pequeño límite a la desmesura comportamental de algunos alumnos, es propio de una sociedad sumida en la confusión, tanto emocional, como fundacional.

12/3/11

JAPÓN: Terremoto del honor y tsunami de dignidad.

Ante todo, mi solidaridad hacia un pueblo al que admiro.
No se como expresar mis sentimientos de afectación profunda ante la catastrofe vivida por el pueblo japonés.

"El temple del acero, se demuestra en la batalla", dice un dicho budista que, en el caso del desastre natural acaecido en Japón se podría traducir en el comportamiento ejemplar que estan teniendo sus ciudadanos, convirtiéndose, así, en ejemplo a seguir por todos los pueblos y culturas de este planeta, y por las sucesivas generaciones que puedan nacer en él; en cualquier pueblo, ciudad, país o nación (aunque sea sin estado propio), de este mundo (y de cualquier otro que pudiese existir).


Este es mi homenaje al pueblo japonés y a su cultura, y mi más sincero reconocimiento al considerarlos en un nivel evolutivo superior al del resto de humanos que habitamos este planeta.


Y, cuando me refiero a que estan, evolutivamente hablando, por encima del resto, estoy aludiendo a que su sistema límbico (en el que podemos ubicar la actividad emocional de nuestro cerebro, y por ende, del ser humano), ha mantenido un control adaptativo insuperable, vinculándose al resto de integrantes del colectivo o grupo social de referencia inmediata o proxima, como forma de superación colectiva de la adversidad u oposición vital de las dinámicas sociales de concatenación simbólico-adaptativas referenciadas (categorías de investigación pertenecientes a ensayos de investigaciones privadas y material personal no publicado).



Por último, quisiera añadir que La página, http://japan.person-finder.appspot.com/?lang=en, permite buscar a las personas desaparecidas en una base de datos que esta siendo creada por los propios usuarios utilizando el nombre de los desaparecidos.


De esta forma, Google ha habilitado una web para ayudar a encontar a las personas desaparecidas, como ya ha hecho en otras catástrofes naturales.


Si se encuentran coincidencias con el nombre escrito en el buscador aparece un perfil de esa persona con los datos que otros usuarios o familiares han ido añadiendo y la posibilidad de seguir aportando datos.



Si no hay coincidencias con la base existente, la página permite escribir información y un mensaje destinado a la persona desaparecida.


Los usuarios también pueden dejar información sobre ellos mismos a sus seres queridos o agregar información sobre otra persona. Por el momento, hay creados más de un millar de registros.